“Sin cultura no hay democracia”. No podríamos estar más de acuerdo con la recién elegida alcaldesa de Alcorcón, Candelaria Testa, que recientemente ha puesto el grito en el cielo, por las cancelaciones de obras de teatro o conciertos que está habiendo en la geografía española. En algunos casos, de motu proprio, como Rayden en Alcalá de Henares, donde PP y VOX han alcanzado un acuerdo.

A este último, Testa le abría de par en par las puertas de Alcorcón. Porque Alcorcón, según la alcaldesa, siempre se las abre a “la diversidad, la libertad y la igualdad”. Pero en cambio se las cierra a las asociaciones culturales del ‘Castillo pequeño’ de Valderas, las mismas que fueron expulsadas por su predecesora, Natalia de Andrés, antes de la pandemia y que ahora reciben presiones para retirar sus materiales de la instalación. Un edificio que prácticamente se cae a pedazos, abandonado a su suerte y con nulo mantenimiento, a pesar de que la propia Candelaria Testa, cuando era edil de Hacienda no hace ni un año (diciembre de 2022), dijo que se invertirían 150.000 euros para este fin.

Pero igual que las palabras se las lleva el viento, es fácil ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. La alcaldesa de Alcorcón, con la censura en la cultura, actúa desde un cinismo sobrecogedor. Una desfachatez a la altura de su jefe en Ferraz, el presidente más cínico y mentiroso que ha dado nuestra joven democracia.

Ya advertimos en su día, que Candelaria Testa era un híbrido político de los exalcaldes Natalia de Andrés y Enrique Cascallana. Pero nunca pudimos imaginar que iba a tardar tan poco en darnos la razón con sus afirmaciones sobre la censura cultural.

Por dejar claros los conceptos. Censura, alcaldesa, es expulsar a las asociaciones que llevaban años trabajando en el ‘Castillo pequeño’, ofreciéndoles como alternativa espacios inadecuados para sus labores. Censura, alcaldesa, es prometerles que se va a destinar una partida presupuestaria para arreglar y conservar la instalación y después no cumplir con la palabra dada. Y censura, alcaldesa, es presionar a esas mismas asociaciones para que recojan sus materiales de este espacio.

Estos colectivos se quejan, y con razón, de que no hay comunicación con el Ayuntamiento. Ni una llamada, ni un mensaje, nada hasta la fecha. Alertan que no son solo ellos, también la Escuela de Música sufre el desamparo institucional.

La legislatura acaba de empezar, es cierto, y todo “nuevo” equipo se merece sus cien días de rigor para empezar a poner en marcha el programa con el que se ganó la confianza de la ciudadanía. Pero mal ha empezado Candelaria Testa en su mandato, con este doble rasero acerca de la censura en el mundo de la cultura. Puede rectificar, empezando por recibir a estas asociaciones, que solo quieren trabajar por y para Alcorcón, lejos de ideologías.