Leganés, como cualquier otra ciudad del Sur de Madrid, tiene su idiosincrasia, particularidades que la hacen única. A veces, incluso, en sentido negativo, desgraciadamente. Ahí está, por ejemplo, el conocido como ‘puente tragacamiones’, una anomalía viaria que trae por el camino de la amargura a más de un conductor.

En otros asuntos, sin embargo, Leganés comparte calvario con municipios vecinos. En este caso, sirva de ejemplo el nefasto servicio de Cercanías, que también sufren Fuenlabrada, Humanes de Madrid, Móstoles o Alcorcón. De hecho, esta semana, un tren era desalojado en la misma Leganés, por la enésima incidencia. No será la última. Igualmente ha ocurrido con el inicio del curso escolar, la mala gestión en la resolución de las becas comedor y la falta de profesores. No es un consuelo, pero el problema no es único y exclusivo de Leganés.

Ahora bien, donde llueve sobre mojado y donde la ciudad sí es especialmente particular es en las salidas de pata de uno de sus representantes políticos, que va camino de superar las dos décadas de ‘servicio público’ en el Ayuntamiento. Un político profesional, un político de manual, que hace norma aquella expresión de que donde hay problemas y polémica está un político.

La concejal de VOX, Beatriz Tejero, dice haberse sentido humillada por el vicealcalde y portavoz de ULEG, Carlos Delgado, quien debería aparcar su ego y pedir perdón por una frase totalmente innecesaria y fuera de lugar

Hablamos de Carlos Delgado Pulido, portavoz de ULEG y hoy vicealcalde de Leganés. Ya no está en la oposición, sino que gobierna. Es un salto cualitativo. Podríamos esperar que hubiese calmado sus habituales exabruptos, legislatura nueva, vida nueva, máxime con dos legislaturas seguidas perdiendo concejales por el camino y, aún así, llegando a cotas que ni en sus mejores sueños habría imaginado. Pero no. Como dice el idioma patrio, la cabra tira al monte y una rosa es una rosa, que siempre acaba pinchando.

Y así ha sucedido recientemente, de nuevo con Delgado en el ajo. “Si quiere le dejo un póster, se lo dedico”, le espetó el vicealcalde a la representante de VOX. Unas palabras que humillaron a Beatriz Tejero, como ella misma reconocía a este periódico.

La libertad de la persona acaba donde empieza la de su vecino. Eso es así, es impepinable. El sentimiento expresado por Betariz Tejero, de sentirse humillada, ofendida, en definitiva, mal, es suyo, independientemente de que la frase pueda parecer de una manera u otra. Así lo sintió y hay que dejar claro, las veces que sea, que el sentimiento es propio e individual, no se puede menospreciar o invalidar.

La concejala de VOX solo ha reclamado que el vicealcalde y portavoz de ULEG le pida perdón, un gesto que le ennoblecería, que disiparía cualquier duda sobre su condición y trato hacia adversarios políticos en general y mujeres en particular, pues acumula ya varios episodios desagradables en este sentido y con personas de distinta ideología.

No pasa nada por pedir perdón, vicealcalde. Hágalo. Aparque por una vez el ego, muestre que de verdad ha dejado a un lado la chabacanería y marrullería de otras legislaturas. Leganés y las mujeres se lo agradecerán.