
Cartas a la directora: «¿Debemos como ciudadanos aceptar que no importamos, que no contamos?»
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Mi indignación y mi impotencia no son las únicas, somos muchos los afectados por las Zonas de Bajas Emisiones. Mi coche es diésel, tiene veinte años, luego ya se imaginarán el problema: no puedo entrar ni circular por tantas zonas que no puedo usar el coche para trabajar. Y mi trabajo requiere que tenga coche y me desplace con él, ya que si no, no puedo acudir a los lugares que mi ocupación necesita.
El transporte público no llega a parte de los sitios a los que a diario tengo que ir, y si llega, tardo tanto tiempo que agotaría mi jornada en ir y volver de uno de los lugares. Si tengo que ir a cuatro, pongamos como ejemplo, a cinco municipios diferentes y entrar y salir de Madrid dos veces, una para ir a trabajar y la otra para volver a casa, ¿cómo lo hago?
No puedo comprarme un coche con la identificación necesaria para acceder a esas zonas, no me puedo permitir ni un gasto extra. ¿Qué hago? ¿Qué pretenden, que hable con los empresarios de la empresa en la que trabajo y les diga que no puedo cumplir con el cometido para el que he sido contratado? Hagamos el cálculo: una persona cobra 1500 euros, el alquiler se lleva la mitad pues pongamos que comparte gastos con su pareja: ¿cómo se compra un coche que nuevo ronda los 25.000 o 30.000 euros?
Como decía al empezar esta carta, no soy el único, como yo hay muchas personas. No podemos hacer nada, eso es lo que nos hemos creído, así que ¿debemos aceptar que no contamos, que no importamos, que somos los ciudadanos invisibles, los trabajadores sin derecho a poder siquiera ir a trabajar?
No podremos hacer nada, pero podemos quejarnos. Al menos eso no nos lo pueden arrebatar. Invito a que la gente que esté en la misma situación que yo se sume y alce su voz y escriba a los medios que pueda y haga todo lo que esté en sus manos. Yo lo hago. Disculpen la extensión de la carta, pero no encuentro manera de escribirlo de otro modo y que refleje la realidad a la que me enfrento.
A. C. S.