De un tiempo a esta parte existe el mantra (repetición constante y monótona de una idea o serie de ideas) de que la Cultura es de izquierdas. Los sainetes de los Premios Goya o la abultada filmografía de nuestro cine sobre esta supuesta superioridad moral de la izquierda ha contribuido a crear este monstruo con pies de barro. Y digo barro, porque el fin de semana pasado quedaba patente que no es así.

Uno de nuestros mejores directores, José Luis Garci, hoy defenestrado por esa ‘incultura’ izquierdista de los Almodóvar, Bardem, Botto y cía, que domina la industria cinematográfica española, ya era un ejemplo de la falacia de este mantra.

Y a él se ha sumado otro exponente, en este caso de la música, como Nacho Cano, cofundador de uno de los grupos más míticos de nuestra historia. El artista recibía la Gran Cruz del 2 de Mayo y en un acto simbólico se la entregaba a la presidenta Ayuso, “por valiente y mantener los teatros abiertos”. La Cultura no quiere etiquetas, quiere libertad.