Las calles de Leganés no ganan para disgustos. Como tampoco sus vecinos. El cambio de nombre de alguna de las vías de la ciudad o el infructuoso intento de ponerle Luis Montes al bulevar del Severo Ochoa han pasado a un segundo plano recientemente. También el estado lamentable y deplorable de algunas aceras, cuyo mantenimiento brilla por su ausencia. Aunque ya se sabe que en año previo de elecciones estas empezarán a levantarse para en mayo del año que viene lucir lustrosas y así, de paso, lograr arañar algún que otro voto suelto, que no cautivo.

Lo más alarmante es que, en enero, febrero y marzo se han contabilizado dos violaciones. Dos agresiones sexuales con penetración en solo tres meses

Pero hoy, como decimos, no nos ocupa el nombre y estado de las calles, que ya hemos vertido ríos de tinta en este sentido. Lo que nos atañe ahora es la seguridad de esta. Y eso es algo que no cotiza en la bolsa de valores. Sobre todo si no atenemos al peligroso aumento de las infracciones penales según los datos publicados por el Ministerio del Interior en el último Balance de Criminalidad relativo al primer trimestre de este 2018. De acuerdo con las cifras policiales, la criminalidad en Leganés ha subido en un 6,5% en los tres primeros meses del año. Pero lo más alarmante es que, en enero, febrero y marzo, se han contabilizado dos violaciones. Se dice pronto. Dos agresiones sexuales con penetración en solo tres meses. Demasiado en tan poco tiempo para una ciudad que ronda los 190.000 habitantes.

No es cuestión de hacer un ‘tótum revolútum’ entre el incremento de la criminalidad en Leganés y el estado de las aceras. Pero lo cierto es que estos día, atendiendo a las cifras oficiales, parecen malos tiempos para pasear por las calles de Leganés. Sobre todo porque, lejos de los datos y las estadísticas, lo que es complicado de erradicar es la sensación de inseguridad en ciertos barrios de la ciudad. Algo similar a lo que ocurre en la vecina Getafe, campeona en cuanto a criminalidad se refiere.

Una Leganés que, de seguir así, recordará a aquellas ciudades del lejano oeste donde imperaba la ley de la selva

La responsabilidad va más allá de las fuerzas del orden. Policías que se dejan todo por mantener la seguridad de la ciudad. Como siempre, hay que mirar más arriba. Y cabe preguntarse: ¿qué planes hay en Leganés para tratar de paliar, al menos, esa sensación entre la ciudadanía? Porque está claro que lo que se está haciendo no da resultados. Y esperemos que, entre las intenciones del Gobierno local, no esté la de emular a sus compañeros de partido de Getafe. Sus homólogos que se han mostrado incapaces en esta materia.

Así pues, como en todas las cuestiones del día a día, en la galopante inseguridad que atraviesa Leganés hay una vertiente política. Más bien, de voluntad política y que atañe a todos los grupos municipales. No solo al Ejecutivo que, obviamente, está en la cúspide de la pirámide de responsabilidad por ser precisamente bastón de mando. También el resto de concejales debe implicarse, hasta donde llegan sus obligaciones, en la seguridad de la ciudad. Una Leganés que, de seguir así, recordará a aquellas ciudades del lejano oeste donde imperaba la ley de la selva. Ya sabemos que hay políticos con más corte de bandido que de ciudadanos honorables. Pero guarden sus diferencias y aúnen esfuerzos para que pasear por las calles de Leganés sea seguro y no un mal día en Sarajevo.