19 de junio de 1987. El terror se desata en el Hipercor de la avenida Meridiana de Barcelona. Josefa Ernaga, Domingo Troitiño y Rafael Caride Simón, miembros del ‘comando Barcelona’ de ETA, detonan un Ford Sierra con 30 kilos de amonal, cien litros de gasolina, escamas de jabón y pegamento. En total, 200 kilos de explosivo, que acaban con la vida de 21 personas y deja heridas a otras 45.

1987; la década de los 80; los años del plomo. El lenguaje de ETA, el de siempre: el de las bombas y pistolas. Da igual que fueran niños, adultos, hombres o mujeres. Sus víctimas se cuentan por cientos. Y hoy hace 33 años de aquella masacre. 33 años. A la vuelta de la esquina. Ahí al lado.

¿Qué es de ETA? Supuestamente acabada. Al menos en cuanto a violencia mortal. Pero su discurso tiene herederos. Se llaman Bildu. Que 32 años y 364 días después de Hipercor, se reunencon Txapote en la cárcel, donde cumple prisión por otro asesinato que consternó a la España de entonces: el de Miguel Ángel Blanco.

¿Qué queda de aquella España? Nada. Sombras y ceniza. Porque a la España de ahora le da igual. No quiere ni recordarlo. Esta España prefiere pasar de puntillas sobre Hipercor. En cuanto a historia, hoy le gusta más hablar de que Isabel La Católica racista. La reina que sacó a la humanidad de la oscura Edad Media y la llevó a la luz de la Edad Moderna; o de si Cristóbal Colón era un ‘vulgar’ esclavista y hay que acabar con sus homenajes, como decía recientemente la ex de Podemos, Teresa Rodríguez.

Pero de ETA, ni mu. Tanto es así, que ya ni nos escandaliza que un partido histórico como el PSOE, el que más ha gobernado España en democracia, plasme su firma en la misma hoja que Bildu, esos que visitan, recuerden, a sanguinarios terroristas en las cárceles. Golpe bajo a la memoria de un país, que debería tener clavado a fuego el 19 de junio de 1987.

Esa memoria no puede caer ni en el olvido, ni en el perdón. Sirvan estas palabras, para recordar a los asesinados en Hipercor, pero también a los cientos que murieron en Madrid, Zaragoza o Sevilla, a manos de la banda criminal, ETA, solo por pensar distinto. Sirvan estas letras, para recordar qué es Bildu, a aquellos que hablan, pactan y se jactan de rodearse de ellos. Memoria, dignidad y justicia, siempre.