VALDEMORO| El Ayuntamiento confía en que los tanques de tormenta estén listos antes de final de año

El Ayuntamiento de Valdemoro confía en que las obras de los tanques de tormentas que se están construyendo en el sector R-8 ‘El Postiguillo’ estarán concluidas antes de final de año. Así lo ha asegurado el alcalde, David Conde, tras la visita a las obras que ha realizado, junto al consejero de Medio Ambiente, Agricultura e Interior, Carlos Novillo.

Los trabajos de las primeras infraestructuras de este tipo en el municipio comenzaron en noviembre de 2023 bajo las rotondas Victoria Kent y Teresa de Calcuta, en la avenida Agustina de Aragón del barrio de El Hospital. Con una capacidad de 1.128 m3 y 317 m3 respectivamente, darán servicio a las cuentas Norte y Centro que linda con esta avenida y está en estos momentos en pleno desarrollo de nuevas viviendas.

La función principal de estas infraestructuras es evitar tensiones en el aporte de agua al alcantarillado y prevenir inundaciones en las zonas más próximas a su ubicación: el Hospital y Cantonegro. Cuando entren en servicio, ambos tanques regularán el caudal aportado por este desarrollo a la red de saneamiento municipal, ajustándose a los fijados por la Comunidad de Madrid y el Canal de Isabel II, según establece la normativa vigente.

La ejecución de las obras, con una inversión que supera los 2.130.000 euros, corre a cargo de la Junta de Compensación que está desarrollando el Plan Parcial del Sector R-8 «El Postiguillo», del Plan General de Valdemoro, y que está delimitado por la calle Agustina de Aragón, el Hospital Universitario Infanta Elena y la carretera M-423.

Una vez finalizada, completarán la red de saneamiento interna para conectarla con la red general municipal y de la Comunidad de Madrid una vez sea recepcionada por el Ayuntamiento y traspasada al Canal de Isabel II como gestora del alcantarillado local.

Además de evitar inundaciones, los laminadores de tormentas tienen la misión de facilitar de forma controlada el aporte de agua de lluvia al alcantarillado, evitando así un posible colapso de la red de desagüe. También permiten que los centros de depuración reciban caudales de lluvia a un ritmo asumible y contribuyen, al mismo tiempo, a evitar que desemboquen vertidos incontrolados, sobre todo plásticos y lodos.

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