La posible amnistía a políticos que rompieron la unidad de España, cometieron delitos de malversación de dinero público y quebraron la Constitución, donde vienen recogidos nuestros derechos y obligaciones como individuos, no admite tibieza, ni ponerse de perfil. O se está en contra o a favor de ella. No hay más.

Como decimos, no es un asunto baladí. Nos afecta en tanto a que somos personas iguales ante la Ley. Nadie está por encima de la Constitución. Ni siquiera el Rey. Mucho menos un político, que representa a los ciudadanos.

Amnistiar a quien cometió un golpe de Estado significa, de facto, romper con el principio de igualdad de los españoles. Amnistiar a los golpistas es decir a la cara de los españoles que hay personas que pueden cometer delitos, malversar dinero público para ello y que no les ocurrirá nada, que no tendrán castigo, porque están por encima del bien y del mal. Cruzar esa línea, ni más ni menos, significa acabar con la Democracia e instaurar, de facto, una dictadura, con la que cualquier candidato a presidente del Gobierno, incluido el mismo presidente, puede hacer y deshacer a su antojo, rompiendo con la separación de poderes. Es, ni más ni menos, que acabar con la Constitución de 1978 e instaurar un Régimen alternativo de barbarie, pues fuera de la Constitución solo hay eso.

E ahí la importancia de que cada uno se signifique en uno de los momentos más importantes de la historia reciente de España. Hasta en los plenos de los ayuntamientos.

Los vecinos de todos los municipios de España han de saber si sus concejales, lo que votaron para que les representarán allá por mayo de este, defienden su igualdad, defienden sus impuestos, que con tanto esfuerzo pagan, y defienden su libertad. Los concejales tienen que mirar a la cara a sus vecinos, de cuyos bolsillos salen sus sueldos, y decirles: yo te defiendo y tú eres igual que yo ante la Ley.

Ahora en Leganés, los vecinos saben que tanto Más Madrid, como PSOE y Unidas Podemos-IU-Alianza Verde consideran que la posible amnistía no merece rechazo. Para estos partidos, según lo que votaron, cualquier vecino de Leganés vale menos que un político golpista. Pero ahora los leganenses también saben que en su Gobierno hay un partido tibio, que ni sí ni no. Y ese es ULEG.

Ahora en Leganés hay una parte del Gobierno que sí cree que los vecinos de la ciudad son iguales a cualquier otro paisano, sea de donde sea, mientras otra parte del Ejecutivo dice que ni fu ni fa

ULEG se abstuvo y su abstención propició que el Pleno no hiciera una declaración en contra de la amnistía y a favor de la igualdad de todos los españoles. Ahora en Leganés hay una parte del Gobierno que sí cree que los vecinos de la ciudad son iguales a cualquier otro paisano, sea de donde sea, mientras hay otra parte del Ejecutivo que ni fu ni fa; que da igual que los golpistas catalanes malversaran un dinero que a Leganés le serviría para mejorar tantas cosas mejorables. Qué más da, si ya se han subido el sueldo y de aquí a 2027, paz y después gloria.