Durante largos años, el Ayuntamiento de Alcorcón se ha mostrado tolerante con conductas delictivas como las okupaciones o los grafitis en las calles. De esto último, incluso, se ha llegado y se llega a hacer caja, pues la empresa municipal de limpieza (ESMASA), que ya bebe de los Presupuestos Municipales, cobra por el servicio de eliminación de pintadas a hosteleros y comerciantes, siendo este, el de los grafitis, un problema de orden público en la localidad.

Como no se hace nada en ambos terrenos, el asunto ha ido a peor. En cuanto a los okupas, reporteros de Telemadrid han vivido en sus propias carnes lo que llevan años padeciendo los vecinos de Parque Oeste, totalmente abandonados y desamparados por las administraciones. Más concretamente, los de los aledaños de la calle Praga, donde existen dos edificios okupados de la SAREB desde hace ocho años. El equipo de la televisión pública madrileña era recibido a pedradas y con líquidos sobre los sistemas de grabación.

De esa impunidad parecen gozar, también, los violentos que con pintadas antisemitas ‘decoraban’ esta semana edificios públicos de Alcorcón, como la Escuela Oficial de Idiomas. Aprovechando el clima de crispación reinante, tras la manifestación que tuvo lugar en Madrid contra el legítimo derecho de Israel a defenderse de los ataques terroristas de Hamás, los incivilizados campan a sus anchas por Alcorcón, con una serie de grafitis que ensucian la ciudad y fomentan prácticas que rallan lo delictivo.

El Gobierno de Alcorcón, dirigido por Candelaria Testa, debe huir como de la peste de esta serie de actos condenables. El Ejecutivo debe ser más contundente con okupas y grafiteros y eso, alcaldesa, pasa por llamar al orden a sus socios de Podemos-Ganar Alcorcón, que ya la pasada legislatura fueron un auténtico fiasco en materia de vivienda y en cuanto a la limpieza, su gestión deja muchísimo que desear.

La formación municipal de ultraizquierda ha ido más allá, recientemente, con un lamentable comunicado donde dice que “en Palestina se está cometiendo un genocidio”, banalizando el significado de las palabras. ¿Cómo no va a haber un efecto llamada de violentos, que pintan las calles con frases nauseabundas, si en el propio Gobierno de Alcorcón se utilizan términos casi calcados?

Alcaldesa, insistimos, llame al orden a su socio. Dígale que los vecinos de Alcorcón le pagan un suculento sueldo al año y se dejan gran parte de sus impuestos en sostener una gigantesca empresa pública, para mantener limpias las calles y paredes, no para banalizar el lenguaje y usarlo de forma peligrosa. Alcorcón se merece políticos que sepan gestionar con eficacia y resolver los problemas de los vecinos, no aumentarlos y, mucho menos, disfrazados de revolucionarios de salón.