sara hernandez

La democracia no solo se practica cada cuatro años, yendo a votar, sino a diario. Hay que defenderla siempre de aquellos (o aquellas) que se creen por encima de la voluntad popular de un país, comunidad o ciudad. La democracia es respetar la Ley, también; es ser transparente con el dinero público que se gestiona, ponerlo al servicio del bien común y no de cuatro amigotes, por muy legal que esto sea.

Getafe, como todas las ciudades del Sur de Madrid, necesita un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como diría Abraham Lincoln; no un Gobierno de masas, de la mitad más uno, que lance por la borda los derechos de la otra mitad menos uno, si atendemos a la expresión de Thomas Jefferson.

Lamentablemente, la alcaldesa de Getafe, la socialista Sara Hernández, está más en lo último que en lo primero. En una concepción ‘sanchista’ del poder, de creerse el pueblo y la ciudad, poco menos que su cortijo, la regidora getafense usa los medios institucionales, que representan a todos los vecinos, le hayan o no votado, para atizar a quien no piensa como ella. Esta utilización indecente de los recursos municipales, con fines partidistas, se ha convertido en algo habitual, desgraciadamente. Ya decimos, al más puro ‘sanchista’, desde el egocentrismo y el narcisismo de una alcaldesa tanto o más mentirosa que su jefe en La Moncloa.

Y es que todos los días hay que recordar, sin descanso, que dijo que estaría solo dos legislaturas, y aspira a tres; que combatiría la ampliación del vertedero de Pinto, con ramificaciones en Getafe, y ha resultado ser su impulsora; o que es la más feminista, mientras tiene un ‘plan de igualdad’ caducado y sin aplicarse. Contradicciones, hipocresía y traiciones varias, que retratan a este Gobierno en tiempo de descuento.

A todo lo anterior hay que añadir el sonrojante gasto en cargos políticos, afines y enchufados varios, mientras la cesta de la compra hace imposible el día a día de las familias getafenses. La friolera de más de medio millón de euros en ocho coordinadores, puestos de libre designación al arbitrio del ‘dedazo’ de la alcaldesa que ahora asumen competencias de los concejales.

Esta es una clara perversión de la democracia, pues se puede estar de acuerdo o no con los ediles, pero al menos han sido votados en las urnas. Sin embargo, a estos coordinadores ningún vecino de Getafe los ha elegido ni han pasado una oposición, solo la alcaldesa les ha metido ahí, creyendo estar por encima del bien y el mal. Y no solo eso, sino que los tiene bien regados. Ahora, con una decisión arbitraria, estos ‘enchufados’ tienen la potestad de firmar contratos menores. Es decir, de usar el dinero de unos vecinos que no les eligieron.

Se trata de un fraude democrático en toda regla. Otra muesca más en la deriva totalitaria y sectaria que ha tomado el Gobierno de PSOE y Podemos, al que tenemos la oportunidad de botar el próximo 28 de mayo.