carlos delgado pulido uleg

No va con nuestra forma de obrar el hacer leña del árbol caído, pero es que hay personajes que parecen empeñados en rebajar su crédito hasta simas rayanas con la insustancialidad. Carlos Delgado Pulido (ULEG) es ejemplo palmario de ello. De haber tenido un mínimo de sentido común se habría retirado a sus aposentos por tiempo indefinido para digerir sus catastróficos resultados electorales.

Porque por mucho que intente seguir despotricando a diestro y siniestro para desviar la atención, la realidad que dictaron las urnas -y por tanto, los vecinos de Leganés- es que ése que se autoproclamaba seguro alcalde de la ciudad a partir del pasado 26 de mayo perdió nada menos que un tercio de sus concejales producto de una descomunal sangría de votos.

De haber tenido un mínimo de sentido común, Delgado se habría retirado a sus aposentos por tiempo indefinido para digerir sus catastróficos resultados

Cualquier cabeza medianamente razonable se hubiera planteado seriamente la posibilidad de presentar su dimisión con carácter irrevocable o, como mínimo, la opción de pedir disculpas públicamente por la nefasta planificación de una desquiciada campaña electoral que se saldó con el lógico batacazo.

Pero en su caso una reacción lógica hubiera sido equiparable a pedir peras al olmo o templanza a Donald Trump. Misión imposible. Lejos de asumir su debacle, sigue una espiral autodestructiva que amenaza con devastar las siglas de ULEG, formación que va camino de instalarse en la más absoluta vacuidad.

Su última ‘perreta’ contra el alcalde ha llegado al quedarse sin representación en el consorcio urbanístico de Legatec. Y resulta de lo más curioso que ponga el grito en el cielo por perder representatividad quien lleva desde tiempos inmemoriales rompiendo cualquier puente de consenso con el resto de los grupos de la ciudad. Como reza el refrán, ‘quien siembra vientos, recoge tempestades’ y debería saber Carlos Delgado que todos los desplantes que reciba serán irrisorios en comparación con sus delirantes ataques a todo aquel o aquélla que ha osado poner en cuestión sus inefables ocurrencias.

El tiempo pone a cada uno en su sitio y a Delgado no solo lo han hecho las urnas. También los aficionados del Lega le están dando ‘más palos que a una estera’

El tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio y a Delgado no solo lo han hecho las urnas. También los aficionados del Club Deportivo Leganés le están dando ‘más palos que a una estera’ por sus viscerales críticas al máximo accionista de la entidad pepinera: Felipe Moreno. Y así se lo están haciendo saber a través de decenas de mensajes en las redes sociales.

El ‘pecado’ de Moreno fue poner negro sobre blanco la execrable conducta del líder de ULEG días antes de los comicios. Y como quiera que Delgado se pegó un costalazo de padre y muy señor mío, debió pensar que el responsable de todos sus males era el propietario del ‘Lega’, principal artífice junto a su esposa, Victoria Pavón, del glorioso ascenso del colectivo blanquiazul a la mejor liga del mundo, en la que se apresta a participar por cuarto año consecutivo habiéndose convertido, sin duda alguna, en el mayor símbolo de la ciudad a nivel nacional e internacional.

Mal enemigo se ha buscado Delgado, por si no tenía ya bastantes, porque lo suyo es como querer derribar el Empire State con el camión de los clicks de Famobil. Es una utopía del tamaño de sus ínfulas, ésas que le llevaron a lanzar proclamas grandilocuentes que, por fortuna para Leganés, los vecinos redujeron a cenizas con sus papeletas.