Pasó el 4 de mayo. Isabel Díaz Ayuso arrasó a la izquierda en las urnas (solo ella tiene más votos que PSOE, Más Madrid y Podemos juntos), haciendo tambalear al Gobierno de España. Grogui, noqueado… Pedro Sánchez, que incluso celebró un mitin en zona confinada de Getafe, bajó al ‘barro’ de la campaña y salió trasquilado.

Lejos de asumir responsabilidades se cobró inmediatamente a dos víctimas de su nefasta apuesta electoral: José Manuel Franco y Ángel Gabilondo. Franco, eso sí, mantendrá sus más de 100.000 euros como secretario de Estado para el Deporte. Mientras que el pobre Gabilondo, al que le torpedearon desde dentro (y se dejó, por cierto) ya es historia del socialismo madrileño. Profesor, cuídese la salud y guárdese de compañías como las de Sanchez y su séquito.

Algo que debimos hacer los españoles también, pero nos gusta tropezar con la piedra socialista una y otra vez. La consecuencia es que, tras ese batacazo electoral, viene la venganza de la rosa y el martillo en forma de hachazo fiscal, por nada más y nada menos que 80.000 millones de euros. Esa es la promesa del Ejecutivo de PSOE y Podemos a Europa en el ​​​​‘Plan de recuperación, transformación y resiliencia’. Por no llamarle: ‘Plan os voy a crujir a impuestos’.

“Se lo voy a decir con mucha claridad. Este Gobierno no va a subir los impuestos a la clase media ni a la clase trabajadora”, decía el año pasado la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero. Mentira, otra vez. Es más, ministra, se lo decimos alto y claro: Es usted una mentirosa.

Y así el Gobierno ya tiene listo “armonizar” la subida de Patrimonio y Sucesiones a todas la comunidades o eliminar la tributación conjunta en la declaración de la renta, aunque salga la ministra de Economía diciendo que se trata de una “errata” y “sorpresa”. Mentirosa también. Igualmente eliminar el IVA superreducido y aplicar el impuesto al diésel. Que se fastidien los ricos.

“A más impuestos, menos gastaba la gente y la economía terminaría en colapso (…) Solo los imbéciles eran capaces de no ver algo tan simple”

Y como colofón, los famosos peajes obligatorios en autovías y autopistas, incluso abriendo la puerta a cobrar por usar carreteras comarcales. Aquí el director general de Tráfico, Pere Navarro, dijo recientemente eso de: “El que lo usa, lo paga”. ¿Está seguro el Gobierno de abrir un melón como ese, el de pagar según su uso? Porque TVE la ven dos, y nos cuesta miles de euros; el CIS es un espanto con Tezanos al frente, que cobra más de 100.000 euros al año. Por no hablar del sueldo del señor Navarro.

Hostigar al pueblo con más impuestos, mientras mantienes a estos inútiles en instituciones públicas no se sostiene. Tampoco seguir con 23 ministerios y una cohorte de aduladores y asesores sanguijuelas de lo público, al tiempo que los españoles mueren de hambre, tasas y miseria. ¿De verdad este presidente y su equipo quieren llevar al límite a la ciudadanía? Auguramos que proseguir por este camino dejará en una broma la victoria de Ayuso para el futuro del PSOE, que bien mirado nos importa un bledo. No así el futuro de España, pendiente de un hilo por su ‘Sanchísima’.

Y una reflexión para acabar; la de Santiago Posteguillo en Circo Máximo: “Trajano no necesitaba de consejeros imperiales para saber eso. No había que ser ni un genio, ni un filósofo, para saber que a más impuestos menos gastaba la gente y la economía del Imperio terminaría en un colapso absoluto que no interesaba a nadie. Sólo los imbéciles eran incapaces de no ver algo tan sumamente simple”. Trajano lo vio, por eso pasó a la historia como un buen gobernante. Sánchez no, y ahí está su plan. Esa es la diferencia entre un genio y un imbécil.