No es la primera vez que en estas líneas abordamos El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde. El clásico escrito por el gran Robert Louis Stevenson en el año 1886. La primera vez que lo hicimos fue para hablar de un alcalde, Rafael Sánchez, capaz de llegar a pactos de investidura con el PSOE local allá por 2015, mostrar una cara amable en rueda de prensa o en algunos actos solidarios y en cambio se le agria el gesto en los plenos o cuando tiene delante a los que hace cuatro años confiaron en él y en esta legislatura han visto que el regidor pinteño era poco más o menos que el El retrato de Dorian Gray.

El fenómeno del doctor Jekyll y el señor Hyde sirve en la cultura popular para hablar de la doble personalidad. De enseñar un rostro en un sitio y el reverso tenebroso en otro. Esta cualidad que parecía intrínseca en el alcalde de Pinto se ha contagiado en el resto de su Gabinete. Por ejemplo, en el concejal de Seguridad, Raúl Sánchez. Un edil que últimamente no gana para disgustos, entre su gestión en Seguridad -los sindicatos policiales están que trinan y Pinto tiene una tasa de criminalidad casi diez puntos por encima de la media regional-, en Medio Ambiente -el técnico municipal desaconseja revertir el servicio de limpieza mientras la ciudad sigue hecha, como se dice popularmente, unos zorros- y todavía mantiene cuitas pendientes de resolver por una supuesta filtración de datos personales de un vecino.

Pues bien, a todo eso se suma la postura adoptada por el edil de Ganemos Pinto en representación del municipio en la Mancomunidad del Sur. En una reunión urgente este concejal, como el resto de los representantes del organismo público -entre ellos Getafe, Alcorcón, Humanes o Arroyomolinos-, votó a favor de la continuidad de la planta, aunque sea un cambio de gestión.

En su caso esta postura es más grave que la del resto de miembros, pues no hace falta recordar que el vertedero se encuentra en el término municipal de Pinto y recoge 700.000 toneladas de residuos domésticos. Y ya decimos, aunque lo que se votara, como dice el concejal, era el cambio de gestión de la planta, había que posicionarse en contra. Si expiraba el actual contrato, el edil de Pinto no tenía que votar a favor de que continuará la explotación, sea quien sea el gestor.

En fin, que el representante de Pinto no dijo esta boca es mía en el momento de la votación. Ya no votar en contra. Al menos una abstención que habría salvado un poco la dignidad del Gobierno municipal, pues estaba claro que el punto iba a salir adelante. Una abstención, como mínimo, hubiese servido para salvar la honra mientras la Comunidad de Madrid sigue sin tener clara cuál será su estrategia de residuos en el futuro.

La abstención, o como mínimo una queja en representación de todos los pinteños que soportan la basura del sur de Madrid, hubiese valido para ver que Ganemos Pinto tiene una postura clara en este tema, y no que en Pinto actúa de una manera y radicalmente opuesto al vertedero, mientras en la Mancomunidad hace todo lo contrario.

Esta hipocresía no es nueva, pues ahí está el ejemplo del servicio de Abono Deportivo que recupera el modelo del PP y pasa olímpicamente de la municipalización exigida por el PSOE. Y como la doble cara no es nueva, ya no sorprende que este Gobierno, el de Ganemos, tenga los días contados de aquí a mayo.