EDITORIAL| La ausencia de España en la reapertura de Notre-Dame refleja el caos en el Gobierno
La falta de presencia oficial durante uno de los actos más simbólicos del año ha dejado al descubierto la falta de comunicación en el Gobierno
La reapertura de la emblemática catedral de Notre Dame, devastada por un incendio en 2019, ha simbolizado no solo su recuperación física, sino también el renacimiento de uno de los símbolos más poderosos de Europa. Sin embargo, lo que podría haber sido un evento de unión y celebración para todos los europeos quedó marcado por la desconcertante ausencia de España, que no tuvo representación oficial en la ceremonia.
El Elíseo, en un gesto de reconocimiento a la magnitud del evento, cursó invitaciones “indelegables” a los Reyes de España y al Ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Sin embargo, nadie asistió en nombre de nuestro país. Los motivos detrás de esta falta de presencia han quedado envueltos en una maraña de justificaciones y falta de comunicación interna, algo impropio de un gobierno serio.
El propio ministro de Cultura, de la cuota de Sumar, declinó la invitación por razones de agenda familiar, pero lo más preocupante fue que no se intentó organizar una representación alternativa. Peor aún, el Ministerio de Exteriores, la Casa Real y el Ministerio de Cultura se han deslindado de responsabilidades, señalándose unos a otros.
Notre Dame: más que una catedral
La catedral de Notre Dame no es solo un lugar de culto, sino un emblema cultural y simbólico de Europa, un testamento a la resistencia de la civilización occidental. Su destrucción en 2019 afectó a todos los europeos, porque Notre Dame, al igual que la Torre Eiffel o el Coliseo, forma parte del patrimonio compartido de todos los países del continente.
La reapertura de la catedral no es solo una celebración de la reconstrucción material, sino un símbolo de nuestra resiliencia cultural y unidad europea. Por eso, la ausencia de España no es simplemente una omisión diplomática, sino un desdén por los valores que representa.
Notre Dame es parte de ese cimiento sobre el que se elevó Europa. No es sólo un edificio religioso o arquitectura artística. Es parte de lo que este continente representa. Qué inmenso error que España no estuviera.pic.twitter.com/CCmAdggfJf
— Lape (@Lapelo1) December 8, 2024
Las críticas de la oposición y el vacío de liderazgo
Como era de esperar, la oposición ha condenado enérgicamente esta falta de representación. Alberto Núñez Feijóo calificó la ausencia de “vergüenza”, apuntando que la presencia de España debería haber sido indiscutible. Por su parte, Isabel Díaz Ayuso añadió críticas relacionadas con las raíces cristianas de Europa.
Sin embargo, el problema principal no radica en las críticas externas, sino en la desconexión interna del Gobierno. La ausencia de representación en un evento de esta magnitud habla de un vacío de poder y liderazgo en un momento clave para la política exterior española.
❌ España es el único país que no tiene representación en la inauguración de Notre Dame.
A pesar de la presencia de hasta 35 jefes de Estado y cientos de políticos de primer orden en París, el Ministro de Cultura Ernest Urtasun no ha acudido al acto y Sánchez tampoco quiso la… pic.twitter.com/3nFbQ7QDth
— REVOL 🇪🇦 (@revol_es) December 7, 2024
Una oportunidad perdida
El Ministerio de Exteriores debía haber garantizado la presencia de España, tanto en el ámbito institucional como en la Casa Real. La falta de planificación y las explicaciones contradictorias solo evidencian la fractura interna y la falta de dirección del Gobierno.
La ausencia de España en Notre Dame es más que un desliz diplomático: es un reflejo de la descoordinación y falta de visión estratégica en los momentos en que nuestro país más necesita proyectar liderazgo. Una oportunidad perdida que no puede excusarse con un simple argumento de «problemas de agenda».