sara hernandez

Getafe se mete de lleno en la Navidad. No solo las luces iluminan ya la ciudad. Ni las actividades culturales para los más pequeños evidencian la llegada de las fiestas a la capital del sur de Madrid. También, en sentido metafórico y literario, Getafe -y más concretamente su alcaldesa, Sara Hernández- va a pasar unas fiestas como el famoso personaje de Charles Dickens.

Y es que en estas fiestas, a la regidora getafense se le acumulan los problemas del pasado, del presente y del futuro. De un lado, esos fantasmas del pasado, exsocialistas y antiguos compañeros de partido y hoy adalides de la ¿nueva política?, se le vuelven a aparecer a la alcaldesa. Véase sino la denuncia del PP local sobre la ‘Guía de Comercio’ cuya elaboración habría favorecido a ese, valga la redundancia, fantasma del pasado que, además, también quiere ser del presente y del futuro. Porque ya se sabe que la cosa pública es un caramelo muy dulce como para no seguir chupándolo después de tantos años.

Todo esto, eso sí, sería anecdótico, de chanza política incluso o de conversación de corrillo informal, si no fuera porque en toda esta esperpéntica situación en la que se encuentra sumida la ciudad, está en juego el nombre de la misma

Y ello porque, en la actualidad, los mismos que abrazaban el socialismo de épocas pretéritas entonces, van a llevar al Juzgado a Sara Hernández el próximo 9 de enero, por un presunto delito medioambiental de vertidos en Perales del Río. Una cuita más en el horizonte de la alcaldesa, que va a arrancar la precampaña electoral acudiendo a los tribunales en compañía de su abogado y como imputada.

Menudo lío es este circo de enanos en que ha convertido Getafe la gobernadora socialista desde que asumiera la Alcaldía allá por 2015. Y entre esos problemas del pasado y del futuro salen, por supuesto, los del presente. Sin ir más lejos esta semana misma, cuando noventa jóvenes de Getafe irrumpían en el Pleno, megáfono en mano, para manifestarse contra la caótica gestión del Programa Operativo de Empleo Juvenil. La cara de la alcaldesa ante este fantasma del presente era todo un poema.

Así pues, no acaba nada bien el año para el Gobierno de Getafe. Ni empezará tampoco, según los augures, como querría la dirigente socialista. Todo esto, eso sí, sería anecdótico, de chanza política incluso o de conversación de corrillo informal, si no fuera porque en toda esta esperpéntica situación en la que se encuentra sumida la ciudad, está en juego el nombre de la misma. Y lo más importante de todo, los intereses de los vecinos que llevan soportando casi cuatro años de la incompetencia de un Gobierno en minoría, que no fue el más votado en las urnas y que, con tal de acariciar el poder, es capaz de todo.

Por suerte, la legislatura va llegando a su fin. En seis meses, los getafenses volverán a visitar las urnas para elegir a sus representantes. En este número, el último de 2018, va información de sobra a tener en cuenta a la hora de depositar el voto en la urna. Una cita electoral que contaremos como hemos hecho siempre desde este lado. Pero recuerden y no olviden el poder de la papeleta. Instrumento para evitar que todos estos fantasmas de ahora se sigan repitiendo en el presente….y en el futuro.