El Sur de Madrid existe. Estamos cansados de repetirlo. Pero las legítimas reclamaciones de más de un millón de vecinos caen en saco roto y se ahogan cada vez que llueve.

Cada borrasca es un suplicio y siempre en los mismos sitios. Balsas de agua en la M-506, en la M-406, la A-42 atascada y con cortes de tráfico, municipios como Humanes de Madrid, Fuenlabrada, Serranillos del Valle, Getafe o Arroyomolinos inundados. Del Cercanías, mejor ni hablar. Aquí, desgraciadamente, da igual que llueva, nieve, haga sol o sople el viento. El servicio ferroviario español es un desastre. Y todavía hay que escuchar a la vicepresidenta del Gobierno en funciones y líder de Sumar, Yolanda Díaz, decir que “el tren está llamado a ser el transporte del siglo XXI”.

Bien es cierto que solo en la capital se registraron niveles de precipitaciones históricos, nunca antes vistos. Pero también es verdad que pagamos más impuestos que nunca. Luego: ¿dónde está el dinero que sale de nuestros bolsillos para pagar unos servicios medianamente decentes? Da igual la Administración competente. Ahí está el paradigma de Arroyomolinos y las viviendas de La Arroyada, donde cada borrasca se convierte en pesadilla. Otra vez nuevos derrumbes, otra vez más reuniones, otra vez la burocracia estancada y como siempre, los vecinos pagan.

De la M-506 a la M-406, la A-42 o el servicio de Cercanías. Da igual que dependa de ayuntamientos, Comunidad o Gobierno central. Cada borrasca que atraviesa el Sur de Madrid es una pesadilla

En Serranillos del Valle la cosa tampoco está mejor. Sobre todo en el camino de El Alamillo, punto habitual de inundaciones. “Con la Confederación hemos topado”, dice el Ayuntamiento, en referencia a la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que más parece ‘El perro del hortelano’, que ni come ni deja comer.

En este caso, el Consistorio tiene planeado solucionar de una vez por todas las inundaciones en el camino, pero es la CHT quien debe dar el visto bueno y la autorización a los trabajos. Algo que no hace, pero tampoco se encarga de resolverlo por sí misma.

Municipios, como Moraleja de Enmedio, tienen otros problemas, aparte de instalaciones de aquella manera. Allí tienen ahora que capear una deuda agigantada tras ocho años de socialismo, que se dice pronto. La solución planteada por el Ministerio de Hacienda, dirigido por la socialista María Jesús Montero, es subir impuestos municipales, como el IBI, el ‘numerito del coche’ o el de actividades económicas.

Más impuestos, sí. Es esa la receta de estos nefastos gobernantes, con quienes paga más el que más tiene y el que menos tiene también paga más. La cuerda se está tensando demasiado y siempre por el mismo lado. La paciencia tiene un límite, señorías, y el día que llueva la indignación del contribuyente, ese día, lloverá de verdad.