1816, el año sin verano. Lord Byron lo retrató en su precioso poema titulado Oscuridad: “Tuve un sueño, que no era del todo un sueño. El brillante sol se apagaba, y los astros vagaban diluyéndose en el espacio eterno, sin rayos, sin senderos, y la helada tierra oscilaba ciega y oscureciéndose en el aire sin luna; la mañana llegó, y se fue, y llegó, y no trajo consigo el día”.

Aquel año, Mary Wollstonecraft Godwin y Lord Byron huyeron de Inglaterra, y ese verano Mary conoció y se enamoró perdidamente del poeta Shelley. Un estío de oscuridad en el que compartieron historias y momentos felices a lo largo de Europa, frente al mar y al fuego. De aquellas sombras nació Frankenstein, y el resto es historia. Para el que quiera saber más hay una hermosa película española de 1988, Remando al viento, donde se narra estos acontecimientos. Una joya escondida de nuestro cine.

En fin, que Mary creó arte de la oscuridad, como Lord Byron. Hoy les dejamos la prueba evidente. De esas sombras nació un monstruo que no solo es historia de la literatura, sino también de la política patria.

Así, de 1816 nos vamos a 2016, cuando un histórico socialista como Alfredo Pérez Rubalcaba auguró los problemas de erigir un Gobierno Frankenstein entre PSOE, Podemos y nacionalistas, como alternativa al de Mariano Rajoy, que por entonces había ganado las elecciones. Tres años más tarde, moción de censura mediante y tras varios pasos por las urnas, el monstruo se hizo realidad con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias a los mandos. Una fórmula desastrosa que sus confluencias han ido repitiendo allí donde han podido, sin miramientos y a costa de los vecinos.

Véase el caso de Getafe, que acabó 2020 con la entrada de Podemos en el Gobierno y que costará de aquí al final de legislatura casi 600.000 euros de gasto. Por más que se repita semejante dispendio en tiempos de crisis, a sus señorías les resbala con tal de mantener el sillón.

Cosas veredes que farán fablar las piedras, como por ejemplo, el más que posible retorno del exalcalde de Pinto al actual Ejecutivo del PSOE

Ahora Pinto sigue esa senda. De las sombras ha nacido también el futuro Gobierno Frankenstein que dirigirá el destino de los pinteños, al menos, hasta 2023. Una preacuerdo que confecciona el tripartito entre PSOE, Podemos y Unidas Pinto.

Cosas veredes que farán fablar las piedras, reza la literatura española desde el Cantar de Mío Cid. Como por ejemplo, ver retornar al Ejecutivo pinteño al que fuera alcalde entre 2015 y 2019, el radical Rafael Sánchez, que cayó derrotado en las pasadas municipales, cuando los vecinos censuraron su gestión en las urnas, como se suele hacer en democracia.

Qué versión veremos de él, si la de Jekyll o Hyde, es un misterio, pero si Diego Ortiz cree que teniéndole cerca podrá ‘controlarle’, va listo. El primer capítulo lo tendremos con el asunto del gimnasio municipal. El doctor Víctor Frankenstein pensaba lo mismo de su bestia, y el resultado fue el que es. Hay todo un compendio de literatura y cine para que puedan descubrirlo.

El caso es que la voluntad de los vecinos de Pinto, dos años después de los comicios, se ve truncada, pues en absoluto eligieron una combinación como la que está a punto de darse. La política tiene esos vericuetos que hacen que Diego Ortiz, uno de los principales azotes de Rafael Sánchez en la pasada legislatura, cambie ahora de chaqueta y firme un pacto que augura de todo y nada bueno. De Podemos, por cierto, ya no nos extraña. Todo por un sillón en la Junta de Gobierno para seguir haciendo exactamente lo mismo: nada.