EDITORIAL| Las cincuenta sombras de Pedro Sánchez: ahora también su hermano

La imputación de David Sánchez Pérez-Castejón, hermano del presidente del Gobierno, por presuntos delitos contra la administración pública, y la dimisión de Juan Lobato tras un escándalo interno, subrayan un momento crítico para el PSOE

La imputación de David Sánchez Pérez-Castejón, hermano del actual presidente del Gobierno Pedro Sánchez, por presuntos delitos contra la administración pública es un episodio más en una cadena de escándalos que erosionan cada vez más al Gobierno.

Las investigaciones judiciales señalan irregularidades en su designación como director de Artes Escénicas en la Diputación de Badajoz, un cargo vinculado al PSOE, que, según las pruebas iniciales, podría estar relacionado con posibles tramas de malversación, absentismo laboral y tráfico de influencias​.

David Sánchez fue contratado en un proceso que, según la Guardia Civil, presenta claros indicios de manipulación administrativa para favorecerlo. Además, investigaciones realizadas por diferentes medios apuntan a que Sánchez habría evitado el pago de impuestos en España al fijar su residencia en Portugal, mientras percibía su salario público desde la Diputación de Badajoz.

Estas circunstancias, que aún deben ser confirmadas judicialmente, plantean una serie de preguntas graves sobre cómo se gestionan los recursos públicos en el entorno de las administraciones controladas por el PSOE.

Lío tras lío

Por si fuera poco, a este escenario, se suma la reciente dimisión de Juan Lobato como secretario general del PSOE de Madrid, tras la controversia por filtrar y registrar ante notario una conversación privada sobre el caso de la pareja de Isabel Díaz Ayuso, Presidenta de la Comunidad de Madrid, acusado de posible fraude.

Una información que fue facilitada a su vez por Óscar López, actual ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública. Su salida refleja el nivel de descomposición interna en las filas socialistas, especialmente en la Comunidad, donde los enfrentamientos y traiciones miembros de la propia formación se asemejan más a la popular serie “Juego de Tronos” que a un partido político serio.

De hecho, habrá que ver como afecta esto a los socialistas madrileños, que no logran asentarse como una oposición real y con un núcleo fuerte. Por el momento, todo parece indicar que esto va a seguir así durante bastante tiempo.

En cualquier caso, todo esto deja un Gobierno rodeado de sombras. La dimisión de Juan Lobato es solo el último ejemplo de la falta de cohesión interna en el partido.

No olvidemos que el caso “Koldo, en el que también participa supuestamente el exministro, José Luis Ábalos, como intermediario en contratos cuestionables durante la pandemia, sigue siendo una herida abierta en la narrativa del PSOE sobre la lucha contra la corrupción.

Todo esto sin contar otros hechos igual de polémicos como son los acuerdos con los partidos independentistas o la (no) gestión de la DANA.

¿Qué va a hacer el Gobierno ante el fuego?

Si bien el Gobierno ha intentado por todos los medios desvincularse de estos hechos, la acumulación de casos empieza a ser cada vez más notoria y señalan a un partido sin rumbo y sin capitán.

Ya no es tan fácil esconderlos debajo de la alfombra. El presidente Pedro Sánchez debe asumir la responsabilidad política que corresponde, más cuando su partido se ha esforzado en ganarse el sobrenombre del “azote de la corrupción”. Claro, cuando no afecta a su propio partido.

En democracias avanzadas, episodios de esta magnitud suelen derivar en dimisiones. Pedro Sánchez y su Ejecutivo tienen la obligación de dar ejemplo, y en este momento, el silencio a sus señalamientos pone en riesgo la estabilidad política del país y en jaque al PSOE.

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