Desde que la presidenta de la Comunidad de Madrid anunció el adelanto electoral confieso que estoy algo confuso. Solo algo. Bajo la potestad que le otorga el artículo 21 del Estatuto de Autonomía, Isabel Díaz Ayuso acordó alas 12.00 horas del 10 de marzo la disolución de la Asamblea de Madrid y la convocatoria de elecciones, para su publicación un día después en el BOCM. Así que todos a votar el 4 de mayo.

Pero hete aquí que una hora más tarde, Más Madrid y PSOE presentaban dos mociones de censura contra el Gobierno madrileño. La Mesa de la Asamblea, con mayoría de PSOE y Ciudadanos, las aceptaba a eso de las 16.00 horas. Habemus lío.

¿El huevo o la gallina? ¿Elecciones o censura? Pues será el Tribunal Superior de Justicia de Madrid quién lo decida. Y aquí lo chocante, al menos para mi. Resulta que lo que me han vendido como extrema derecha (PP y VOX), poco más que el lado oscuro de la Fuerza y algo así como herederos de Franco -el malvado general y comodín del público, no el delegado del Gobierno- quiere que se vote. En cambio, la izquierda madrileña (Más Madrid, Ciudadanos y PSOE), adalid de los derechos y las libertades, opta por la censura sin pasar por las urnas. ¡Qué irónico!

Huelga decir que los dos instrumentos son legales y democráticos. Pero uno es más legal y democrático que otro. O yo al menos lo tengo claro, como espero que así lo haga el TSJM. Porque yo, sí, quiero votar y ejercer el derecho por el que pelearon mis padres y abuelos.

Como igual de cristalino tengo que la presidenta Ayuso ha metido un gol por toda la escuadra a aquellos que la han minusvalorado de siempre. Craso error ese de menospreciar al rival. Ayuso se ha anticipado al jaque mate rojo anaranjado, cual Anya Taylor-Joy en Gambito de Dama -véanla, está en Netflix-, viendo las orejas al lobo murciano. No solo eso, sino que ya ha dejado para la posteridad el eslogan de esta campaña: «Socialismo o libertad». Elijan, pues.

Con el pie cambiado el PSOE, sin candidato; Más Madrid, que solo saca a Errejón (¡Ay si madrugáramos más!), Podemos a la gallega y un Ignacio Aguado, el otrora vicepresidente que me dijo en 2019 eso de: «No quiero un Gobierno del PSOE en la Puerta del Sol que vaya a freír a impuestos a las familias madrileñas», que va llorando lo que no supo defender…Como Boabdil. Actúa cual amante despechado, despechada o despechase, aceptando imposibles en la Mesa de la Asamblea, en vez de asumir que le han pillado con las manos en la masa, en plena pandemia, con cuatro millones de parados, negocios arruinados y Madrid tirando del carro nacional.

¿Qué pasará? No lo sé. Entre estas líneas se desvela mi deseo, y es evidente que Ayuso ha decidido ser el César que cruzó el Rubicón, y no aquel Julio, víctima de la traición en el Senado, precisamente unos idus de marzo. Y como dijo Virgilio en su eterna Eneida: Audentes fortuna iuvat. Veremos.